La esclerosis múltiple
La Esclerosis Múltiple (EM) es una enfermedad crónica que afecta al sistema nervioso central. Aunque no se conoce todo sobre su origen, la teoría más aceptada es que existen dos posibles causas que, sumadas, pueden desencadenar la enfermedad:
- Factores genéticos: cierta información que aparece en los genes y que puede determinar una predisposición a contraer la enfermedad; es decir, algunas personas pueden contraer la enfermedad con más facilidad que otras, sin que por el momento conozcamos con exactitud cuáles son los genes implicados.
- Factores ambientales: virus, vacunas, etc., que pueden desencadenar la enfermedad en las personas predispuestas. Se desconoce cuáles son estos factores con exactitud.
Son muchos los enigmas que rodean a esta enfermedad; sin embargo, nuestro conocimiento sobre ella avanza de forma imparable y cada vez son más los datos que conocemos en detalle sobre ella. Entre estos, destacamos algunos:
- La EM produce lesiones en la mielina, que es la sustancia que recubre las prolongaciones de las neuronas. La mielina es importante porque ayuda a las neuronas a comunicarse.
- Esas lesiones o placas se producen por acumulo de células inflamatorias que penetran en el sistema nervioso y atacan a la mielina, la destruyen y pueden interrumpir la transmisión entre las neuronas.
- Dependiendo del grado de la lesión, la falta de comunicación entre las neuronas puede ser transitoria (sucede durante un tiempo y luego se recupera) o permanente.
- Cuando se producen las lesiones pueden aparecer síntomas muy variados, tales como pérdida de fuerza, alteraciones de la sensibilidad o del equilibrio, pérdida de visión, cansancio, etc., aunque también pueden pasar clínicamente desapercibidas.
- Las placas antiguas, carentes de células, permanecen a modo de “cicatrices” en el sistema nervioso.
Existen varias formas de presentación y evolución de la EM; clásicamente, se distinguen tres tipos principales:
- Formas recurrentes-remitentes: aquellas en las que se producen periodos de recaída (brotes) seguidos de etapas de estabilización de duración variable. Estas recaídas consisten generalmente en la parición de síntomas neurológicos debidos a una nueva lesión en el sistema nervioso central. La recuperación de estos síntomas tras el brote puede ser total o parcial; en este último caso, quedarán síntomas residuales (secuelas).
- Formas secundariamente progresivas: aquellas en las que, tras una primera etapa de recaídas-estabilización, se pasa a otra de recaídas- progresión o sólo progresión sin brotes. Cuando esto ocurre, los pacientes empeoran de forma progresiva independientemente de que tengan o no brotes.
- Formas primariamente progresivas: aquellas en las que nunca han existido brotes sino un aumento paulatino y lento de la discapacidad desde el comienzo.
La inmensa mayoría de los pacientes pueden ser incluidos en una de estas tres formas evolutivas; sin embargo, la gravedad de los síntomas y la velocidad con que progresa la enfermedad es distinta en cada paciente, independientemente del tipo de EM que tenga.
Esta enfermedad puede aparecer en cualquier etapa de la vida y en ambos sexos, si bien es más frecuente en mujeres y entre la población adulta joven. También es más frecuente en la raza blanca e inexistente entre algunos grupos étnicos como lapones o indios americanos.
Como conclusión podemos decir que la esclerosis múltiple no es una enfermedad hereditaria, ni contagiosa; sino que, según aportan los diversos estudios existentes, sus causas son genéticas o ambientales.